“La luz del amor tiene que llegar a todos los rincones”
Con motivo de la celebración, el domingo 19 de noviembre, de la VII Jornada Mundial de los Pobres, hemos entrevistado a María Victoria, Directora de la Cáritas parroquial de San Luis Gonzaga, a la que damos las gracias por ser tan cercana, tan amable y tan auténtica. Gracias por expresar tu sabiduría en esta entrevista y por el amor que depositas en tu labor día tras día.
¿Cómo estáis abordando en vuestra Cáritas parroquial la ayuda a los pobres?
En Cáritas estamos abordando la ayuda al pobre con el tiempo, es decir, empleando el tiempo que sea necesario. Desde este punto de vista abordamos todas las necesidades que vamos encontrando y van surgiendo. Algunas necesidades son apoyo de alimentación, pero otras son también de acompañar a la persona a resolver sus problemas administrativos ya que no saben como resolverlos, es un tema complejo.
Otras veces simplemente se trata de escucharlos, dedicarles tiempo y estar ahí para escuchar lo que nos dicen. Hay un compromiso serio de que ninguna persona se marche sin que sepamos exactamente lo que necesita e intentar dárselo; y por supuesto seguir con él el tiempo que quiera estar con nosotros.
¿Cómo debe responder la comunidad Cristiana ante esta situación?
Estamos reflexionando y queremos hacer reflexionar a todos en la siguiente cuestión: el pobre no es de Cáritas, es de toda la parroquia; es de Dios. Y como es de Dios lo atendemos a través del amor y de la caridad que forma parte de la evangelización de la parroquia.
Por eso hemos estado reflexionando sobre las palabras del Papa Francisco, que el pobre tiene que estar dentro de la Iglesia, no podemos “sacar la mano de la Iglesia para dar al pobre”, es decir, lo tenemos que recibir dentro de la Iglesia, sentarnos con él y acogerle dentro de la Iglesia. Porque eso es la caridad, eso es el amor que Dios les tiene.
Es un camino de reflexión al que hemos sido invitados por el papa en la Jornada Mundial de los Pobres sobre cuál es el camino del cristiano. Cristo se hizo pobre para salvarnos y yo creo que nosotros también nos tenemos que hacer pobres para poder salvarnos, es decir, ser mansos y humildes de corazón, porque eso es el amor, vaciarte de ti para que Dios te llene.
Por ello, la comunidad cristiana tiene que responder con la luz del evangelio, con la palabra divina, porque no se enciende una luz para esconderla, sino que se enciende una luz para que alumbre y enseñe la verdad. Y la verdad es el amor de Dios.
En nuestro caso, nosotros en Cáritas somos la organización, pero la llama, la que hay que mostrar es la caridad. Queremos encender esa vela y que esté encendida a través de la caridad que se ilumina de la palabra y del sacramento de la eucaristía, que es nuestro principal alimento de Caridad y de amor.
¿Sería todo posible sin los voluntarios?
Sinceramente no. El voluntario es una persona que va en misión y la persona que va en misión va abierta a los demás. Los voluntarios son necesarios porque son los que abren el camino; ellos son el camino.
Por lo tanto, si no tenemos camino ¿Cómo vamos a llegar a ningún sitio? El voluntario es ese camino por el cual pueden andar los otros y se puedan poner de pie, que encuentren un sitio donde sentarse, que encuentren vestidos y como solucionar sus problemas. El voluntario es ese camino por el cual los otros pueden andar.
También es muy importante no poner impedimento al tiempo que Dios tenga para cada persona. No podemos poner todo el tiempo reglado y estructurado, tenemos que tener perseverancia y hacer un camino perseverante, cogiendo la cruz de cada día y siguiendo a Dios.
Si es necesario estar despierto toda la noche pensado en los problemas de las personas necesitadas de ayuda, estarás despierto y pensarás como resolver sus necesidades, escucharás su llanto, y estarás ahí aún cuando no quiera hablar contigo. Tú eres el amor de Dios con esa persona y estarás ahí.
Al día siguiente si ya no puedes estar con él porque tus ocupaciones te llaman te ocuparás que no le falte nada, prepararás a otra persona y le dirás acércate y atiéndelo.
Por lo tanto y para concluir: “La luz del amor tiene que llegar a todos los rincones”.